El hormigón impreso nace aproximadamente hace unos 40 años en E.E.U.U., y es exportado a España como sistema revulsivo para la construcción. A día de hoy está en gran demanda gracias a la exuberante gama de colores y textura, que permite hacer pavimentos resistentes, vistosos y duraderos.
Al ser impermeable, soporta el ataque de ácidos y manchas de grasa y aceite, además puede utilizarse en zonas muy castigadas por él por el tránsito, como aceras, parques, rampas y recintos feriales. Estos factores, sumados al casi nulo mantenimiento, explican que triunfe en las viviendas con jardín, desplazando a los pavimentos tradicionales.
El hormigón impreso en realidad es una solera cuya superficie viene pigmentada y tiene un bajorrelieve, grabado mientras está fresco mediante moldes de neopreno que simulan las piezas y texturas más variadas. La estampación puede imitar adoquines, pierdas, baldosas, pizarra, … Al ser antideslizante, también da excelente resultado en la zona de la piscina.
La clave de este pavimento es la capa superficial endurecedora y coloreada que viene en polvo ya preparado de fábrica. Este sistema es algo rápido de ejecución, limpio, duradero y resistente, por lo que hay que entenderlo como algo de acabado estético y que hay que cuidar.